Comes bien, evitas los ultraprocesados, incluyes frutas, verduras, semillas, legumbres y quizás hasta suplementos. Y, sin embargo, te sientes cansado, sin energía, con dificultad para concentrarte o incluso con hormigueos en manos y pies. ¿Te ha pasado? Puede que estés enfrentando un problema silencioso y más común de lo que parece: deficiencia de vitamina B12.
Aunque muchos asocian esta vitamina solo con personas veganas o vegetarianas estrictas, lo cierto es que su déficit puede aparecer incluso en quienes tienen una dieta balanceada. ¿La razón? La forma en que se absorbe la B12 es mucho más compleja de lo que solemos pensar.
¿Qué es la vitamina B12 y por qué es tan importante?
La B12, o cobalamina, es una vitamina esencial que interviene en funciones clave: producción de glóbulos rojos, mantenimiento del sistema nervioso, síntesis de ADN y metabolismo celular. Sin ella, tu cuerpo literalmente no puede funcionar bien. El problema es que no la producimos de forma natural; debemos obtenerla a través de alimentos de origen animal o suplementos.
¿Y si comes carne, huevos y lácteos?
Aquí está el dilema. Aunque esos alimentos contienen B12, su absorción depende de varios factores: la acidez del estómago, la presencia de una proteína llamada “factor intrínseco” (producida por el estómago), y la salud del intestino delgado. Si alguno de estos mecanismos falla, tu cuerpo simplemente no puede aprovechar la vitamina, sin importar cuánto comas.
Esto explica por qué muchas personas mayores de 50 años, pacientes con gastritis, personas que toman antiácidos, omeprazol o metformina, o que han sido operadas del estómago o intestino, presentan niveles bajos de B12 incluso con una dieta variada.
Síntomas que podrías estar ignorando
El déficit de B12 puede manifestarse con:
- Fatiga crónica
- Falta de memoria o concentración
- Sensación de hormigueo o adormecimiento en extremidades
- Mareos o palpitaciones
- Cambios de humor o depresión
- Inflamación de la lengua o úlceras bucales
¿Cómo saber si tienes déficit?
Un examen de sangre puede dar pistas, aunque no siempre es concluyente. Los niveles “normales” de laboratorio pueden enmascarar una deficiencia funcional. Por eso, muchos médicos funcionales recomiendan evaluar también los niveles de ácido metilmalónico (MMA) y homocisteína, que reflejan de manera más precisa cómo está funcionando la B12 en el cuerpo.
Comer saludable no siempre garantiza una buena absorción de nutrientes. La B12 es uno de esos micronutrientes silenciosos cuya deficiencia puede pasar desapercibida hasta que el daño es evidente. Escucha tu cuerpo, hazte chequeos preventivos y, si es necesario, complementa tu alimentación con inteligencia. Porque nutrirse no es solo lo que entra por la boca, sino lo que verdaderamente llega a tus células.